martes, 19 de octubre de 2010

TECNICAS DE ESTUDIO (Clases del 1 al 10 )


Lección 1ª: Problemas del Estudiante

El principal problema que afecta a los estudiantes es la falta de método de estudio y de planificación.
1.- Falta de método de estudio
A veces el estudiante pasa muchas horas delante de los libros pero tiene la sensación de que son horas que le cunden muy poco.
Carecen de un sistema eficaz de trabajo: apuntes incompletos, difíciles de entender; no tienen una visión global de la asignatura; tratan de memorizar repitiendo, sin asimilar; no hacen los deberes en su momento, etc.
No saben como estudiar una asignatura, no conocen las distintas fases del estudio (lectura inicial, comprensión, subrayado, elaboración de fichas-resumen, memorización, repasos sucesivos, repaso final).
Son desorganizados, no tienen fijadas unas horas de estudio determinadas
sino que cada día van cambiando. Tampoco tienen un lugar fijo de estudio donde puedan tener todo su material organizado; no cuidan que el entorno sea suficientemente tranquilo.
Pierden mucho el tiempo, la mayoría de las veces inconscientemente: se levantan frecuentemente, leen y vuelven a leer pero sin profundizar, estudian con los amigos pero sin aprovechar l tiempo, etc.
Predomina la cantidad de horas de estudio sobre la calidad del tiempo dedicado.
2.- Falta de planificación
No saben organizar el tiempo disponible, lo que se traduce, cuando se acercan los exámenes, en la sensación de que les ha "pillado el toro".
Comenzó el curso, pensaban que quedaba mucho tiempo hasta los exámenes pero el curso ha ido pasando rápidamente y cuando quieren reaccionar es ya demasiado tarde, no hay tiempo de preparar bien las asignaturas.
Algunos estudiantes deciden entonces dejar un par de asignaturas para septiembre y tratar de centrase en las otras.
De entrada ya tienen dos asignaturas suspendidas y si del resto fallan en alguna(s) se pueden ver con 3 / 4 asignaturas para verano con lo que se han quedado sin vacaciones.
A veces son estudiantes que llevan medianamente bien las asignaturas, pero que no saben planificar las semanas de los exámenes, ver con que tiempo cuentan entre examen y examen para repasar.
Se les termina amontonando el trabajo, no disponen del tiempo suficiente para los repasos necesarios y terminan suspendiendo asignaturas que conocían pero a las que les ha faltado una última revisión.
3.- No llevan la asignatura al día
Son alumnos que van estudiando, pero siempre por detrás del ritmo de la clase, con varias lecciones desfasadas.
Esto les dificulta seguir las explicaciones del profesor, desaprovechando esta
primera y fundamental toma de contacto con la materia.
Como tampoco han resuelto los deberes del día, sino que van varias lecciones por detrás, las correcciones en clase apenas les aporta algo.

4.- Falta de ambición
Muchos estudiantes se contentan con aprobar las asignaturas y pasar al siguiente curso, no se plantean lograr notas brillantes, lo que se traduce muchas veces en la ley del mínimo esfuerzo (hacer lo necesario para aprobar y nada más).
Esto les deja sin margen de seguridad.
Si un estudiante se prepara pasa obtener como mínimo un 8, si el examen le sale mal es muy probable que obtenga al menos un 5 o un 6, con lo que habrá aprobado.
Si por el contrario se prepara para obtener tan sólo un 5, si le va mal el examen es probable que termine con un 3 o un 4, suspendiéndolo.


Lección 2ª: Actitud ante el Estudio

El estudiante debe afrontar los estudios con optimismo y convicción
Algunas asignaturas pueden resultar complicadas o muy complicadas, pero no por ello hay que tirar la toalla.
Según diversos estudios, las personas utilizamos un porcentaje muy reducido de nuestra capacidad intelectual, contando con un potencial más que suficiente para superar grandes desafíos, por difíciles que parezcan.
El auto-convencimiento de ser uno capaz de aprobar termina influyendo de forma
decisiva en el aprobado de dicha asignatura.
Es un proceso que se auto-alimenta.
Si la asignatura es ya de por si complicada y el estudiante está plenamente convencido de que no podrá con ella, la dificultad que encontrará será aún mayor.
Si por el contrario, afronta dicha asignatura convencido de sus posibilidades las dificultades no le resultarán tan insuperables.
Con una buena planificación y dedicación será capaz de sacar adelante cualquier asignatura por complicada que sea.
b) El estudiante debe poner ilusión en lo que hace
Es innegable que estudiar cuesta y que es fácil encontrar otras actividades alternativas que resultan mucho más apetecibles. Pero, en definitiva, como el curso hay que aprobarlo, más vale afrontarlo con cierta dosis de alegría.
Algunas asignaturas pueden resultar interesantes de por si, pero aquellas otras que se hagan más cuesta arriba es donde el alumno debe hacer un esfuerzo y buscarle un lado positivo (planteándoselas como un desafío personal, pensando que mientras antes las apruebe antes se las quitará de en medio, etc.).
Si a uno no le cuesta estudiar y además afronta el estudio con desmoralización, éste se le hará doblemente cuesta arriba.
Si por el contrario lo afronta con cierta dosis de ilusión se le hará mucho más llevadero.
Una persona motivada rinde mucho más
c) El buen estudiante debe actuar con seriedad y el rigor
Los estudios constituyen su principal obligación y debe afrontarlos con profesionalidad.
Debe ser constante y trabajar diariamente.
Tiene que desarrollar su fuerza de voluntad, siendo capaz de sacrificarse por alcanzar unos objetivos (ya vendrá luego la recompensa).
Si desarrolla desde joven estas cualidades, más tarde se beneficiará de ellas en su carrera profesional.
d) El buen estudiante debe buscar la excelencia
No se puede conformar simplemente con aprobar, tiene que apuntar mucho más alto. Debe fijarse unos objetivos exigentes, aunque realistas.
En primer lugar porque puede (tiene capacidades de sobra) y en segundo lugar por seguridad, por contar con un margen de seguridad.
Además, puede aspirar muy alto sin tener que consagrarse en cuerpo y alma al estudio y abandonar el resto de actividades. Es cuestión de organización y de constancia.
No hay que recortar el tiempo de ocio o diversión, lo que hay que evitar es la pérdida de tiempo, ese tiempo en el que uno no hace nada, que se va de las manos sin sacarle provecho.
Normalmente no hará falta incrementar las horas de estudio, sino sacarle más provecho a las actuales.
En esta búsqueda de la excelencia el estudiante no debe nunca bajar la guardia.
Aunque vaya obteniendo buenos resultados no debe confiarse, debe seguir apretando.
Además de fijarse una gran meta (por ejemplo, aprobar todas las asignaturas en junio con nota igual o superior al 8), resulta conveniente fijarse objetivos más inmediatos, más a corto plazo (por ejemplo, sacar más de un 8 en el próximo examen).
Es una forma de mantener la tensión, de no relajarse ante la lejanía de las metas
propuestas.
Además, lograr esos objetivos más inmediatos resulta muy motivador.
e) El estudiante debe ser flexible
Si el método de estudio que emplea no le da resultados, debe cambiarlo. El estudiante debe estar permanentemente tratando de mejorar su forma de estudiar, de ser más eficiente.
Por ejemplo, si suele pasar los apuntes a limpio pero esto le lleva mucho tiempo, debe
probar con utilizar directamente los apuntes tomados en clase.
Si las horas de estudio, el lugar donde estudia, etc. tampoco le convencen tendrá que cambiarlos, etc.
f) El estudiante debe ser humilde
Debe ser capaz de admitir sus fallos, sus carencias; esto es esencial para comenzar a corregirlos.
No puede engañarse a si mismo, buscando siempre responsables de sus fracasos académicos (el profesor me tiene manía; casi todo el mundo ha suspendido; el profesor se ha equivocado en la corrección, etc.).
g) El estudiante debe ser también un buen "encajador"
Ante un suspenso no se puede hundir, ya habrá más oportunidades. Lo que sí debe hacer es analizar los errores, conocer sus causas y tratar de que no vuelvan a suceder.
De los errores se aprende
Como conclusión, señalar que los estudiantes que sobresalen no suelen ser los más inteligentes, sino alumnos muy motivados, que confían en sus posibilidades, que se toman el trabajo en serio, que lo planifican y que utilizan un eficaz método de estudio.


Lección 3ª: Planificación del Estudio

El éxito en los estudios depende en gran medida de una buena planificación.
Los estudiantes que destacan no son habitualmente los más inteligentes, sino aquellos que saben planificar su trabajo, aplican un buen método de estudio, están motivados y tienen mucha confianza en si mismo.
La planificación del estudio permite obtener mejores resultados y hacer más llevaderos los estudios, evitando en gran medida los temidos momentos de agobio.
No es lo mismo llevar al día las asignaturas y en época de exámenes dedicarse a repasar, que perder el tiempo durante el curso y cuando llegan los exámenes tratar de hacer lo que no se ha hecho antes, con jornadas de estudio maratonianas, agotadoras, con una enorme ansiedad y con muchas probabilidades de que esa gran "paliza" final no sirva para nada (ni para aprobar, ni por supuesto para aprender).
Planificar el estudio es sencillamente organización y para ello el estudiante debe responder a las siguientes preguntas:
¿Qué material hay que dominar perfectamente de cara a los exámenes?
¿Qué esfuerzo hay que realizar para lograr este nivel de conocimiento?
¿De cuanto tiempo se dispone?
Y en función de las respuestas a las preguntas anteriores:
¿Qué esfuerzo diario hay que realizar para llegar a los exámenes bien preparado?
Con ello se trata de determinar el ritmo de estudio diario ("velocidad de crucero") que hay que establecer desde el primer día de curso (y no desde el segundo).
Cuando éste comienza el estudiante no dispone de toda la información necesaria para precisar el esfuerzo diario que debe realizar, pero a medida que el curso avanza sí es posible determinar cuantas horas necesita uno estudiar diariamente.
A principios de curso es preferible ser precavido y establecer un ritmo diario de estudio más duro.
A medida que va avanzando este ritmo se irá ajustando, aumentándolo o disminuyéndolo según proceda.
Si en alguna asignatura uno se va quedando retrasado pueden utilizar los fines de semanas para darles un "empujón" y ponerlas al día.
El estudiante que consigue desde el primer día imprimir una velocidad de crucero de 2 - 3 horas diarias de estudio (salvo en determinadas carreras que exigirán más) irá asimilando y dominando las asignaturas de forma gradual, sin grandes agobios finales, y podrá llegar a los exámenes con un elevado nivel de preparación.
Para llevar una asignatura convenientemente preparada para un examen hay que estudiarla en profundidad y una vez aprendida mantener esos conocimientos frescos mediante repasos periódicos.
En la lección 8ª (Fases del Estudio) se explica como afrontar ese primer estudio.
Esta primera preparación se realiza lección a lección, a medida que avanza el profesor en su explicación.
Antes de comenzar a preparar una nueva lección es conveniente darle un rápido repaso a la anterior y para ello pueden ser muy útiles los esquemas-resúmenes elaborados de cada una de ellas (lección 9ª).
Una vez realizado este trabajo inicial (el más duro), el estudiante debe planificar los repasos. Habitualmente con tres repasos puede ser suficiente, si bien no hay que tomarlo como un número exacto.
El primer repaso se realizará una vez visto la mitad del temario (o un tercio, si la asignatura es extensa).
En el se revisarán todas las lecciones vistas hasta el momento, tratando de conseguir un nivel de preparación similar al logrado el día en que se preparó cada lección individualmente.
Este mismo repaso habrá que realizarlo con la segunda mitad de la asignatura (o con el segundo y el tercer tercio).
El segundo repaso se debe comenzar unos 10 días antes del examen y en el se abarcará todo el temario que entra en el mismo.
El tercer repaso se realizará en los 2 días previos al examen.
Es conveniente llevar una agenda en la que ir anotando todos estos repasos y al mismo tiempo ir controlando que se van cumpliendo los plazos previstos en el plan de estudio.
Este trabajo hay que hacerlo con cada una de las asignaturas.
A comienzos de cada trimestre el estudiante debe tomar un calendario y señalar las fechas estimadas de los exámenes (las irá precisando más adelante).
En función de dichos días fijará las fechas orientativas para el comienzo de cada uno de los repasos de cada una de las asignaturas.
Se trata de una planificación preliminar que irá perfilando a medida que avance el curso y vaya conociendo con mayor precisión el ritmo de cada asignatura, su nivel de dificultad, los días definitivos de los exámenes, etc.
Con esta planificación el estudiante podrá llegar a las fechas de los exámenes con todas las asignaturas convenientemente preparadas, pendientes únicamente de un repaso final.
Hay que ser muy rigurosos con el cumplimiento de estos plazos.
Si uno se queda atrás tendrá que acelerar, en cambio, si va por delante es preferible mantener dicha delantera ya que le permitirá estar más tranquilo en los días finales.
Por último, señalar que agobiarse no es malo, siempre y cuando se cuente con tiempo suficiente para reaccionar.
Agobiarse a principios del trimestre al ver que el temario es muy extenso puede ser hasta beneficioso ya que hará que uno imprima un ritmo de estudio más intenso.
El problema es agobiarse demasiado tarde, cuando ya no hay posibilidad de reaccionar.


Lección 4 ª: Asistencia a Clase

El estudiante debe asistir a clase con regularidad, con el propósito de sacarle el máximo partido.
Sólo se debe faltar cuando hay una causa justificada
Todo lo que se aprenda en clase es algo que uno lleva adelantado y que no tendrá que repetir en casa.
Permite conocer los temas en los que el profesor incide más y que muy probablemente caigan en el examen.
Además, el profesor le irá conociendo y sabrá que se toma la asignatura en serio. Esta impresión del profesor juega a veces un papel decisivo en las calificaciones, especialmente cuando tiene que decidir entre dos posibles notas (notable / sobresaliente; suspenso / aprobado).
Algunos estudiantes piensan que en ciertas asignaturas la asistencia a clase es una pérdida de tiempo ya que se pueden preparar perfectamente con el libro de texto.
Pero al final es precisamente la no asistencia a clase la que origina una importante pérdida de tiempo.
Hay que pedir los apuntes a algún compañero, fotocopiarlos, entenderlos (hay letras ilegibles), resolver las dudas, etc.
Todo ello lleva mucho más tiempo que tener uno sus propios apuntes y haber oído la explicación del profesor.
Es conveniente sentarse por las primeras filas.
Permite oír mejor al profesor, ver mejor la pizarra, distraerse menos y prestar más atención.
A clase hay que llevar el material necesario para tomar apuntes (con un bolígrafo de repuesto por si el otro falla).
Una buena estrategia es leer en casa el día anterior lo que el profesor tiene previsto explicar al día siguiente ya que esto facilitará el poder seguir su explicación.
El alumno debe llevar los deberes resueltos para poder seguir en clase su corrección.
Si el profesor pide voluntarios para resolver estos problemas uno debe presentarse voluntario: demuestra que lo ha trabajado y además esto le permite ir adquiriendo experiencia en hablar en público.
Las dudas que puedan surgir es ahora el momento de planteárselas al profesor.
El estudiante debe cuidar su comportamiento en clase, por respeto a su profesor y a sus compañeros, y porque no puede poner en riesgo sus calificaciones.
Hay muchos momentos y lugares para divertirse, pero desde luego la clase no es uno de ellos.
Si uno se suele sentar con un grupo de compañeros que no prestan atención es conveniente cambiarse a otra zona del aula.
Le resultará más fácil seguir las explicaciones. Además, uno no debe permitir que equivocadamente le identifiquen con el grupo que no muestra interés.
Cada tarde es conveniente revisar lo que se ha visto por la mañana ya que la explicación del profesor aún estará "fresca", por lo que resulta más fácil entender y asimilar esos nuevos conceptos.
Esto permite ir asimilando la materia de forma gradual y con el menor esfuerzo posible.
Es también el momento de comprobar que los apuntes están completos y son comprensibles, y en caso contrario solucionar estas deficiencias.
Si el profesor envía deberes para entregar dentro de unos días es preferible hacerlos esa misma tarde, cuando aún se recuerda bien la explicación del profesor.

Lección 5 ª: Apuntes

El estudiante debe ir a clase diariamente y tomar sus propios apuntes. Con ello tendrá adelantado gran parte del trabajo que tendría que realizar posteriormente en casa.
La retención de lo que explica el profesor es notablemente mayor cuando uno anota lo que dice que cuando se limita a escuchar.
En relación con los apuntes los alumnos suelen cometer los siguientes errores:
1.- Copiar de forma literal todo lo que dice el profesor. La rapidez que esto exige se traduce normalmente en una letra ilegible, pérdida del hilo conductor y que se recojan ideas incompletas, sin sentido, pérdidas de datos de interés, etc.
2.- No repasar los apuntes después de clase o esa misma tarde para ver si se entienden y están completos, corrigiendo las posibles deficiencias.
Los apuntes quedan aparcados y cuando semanas más tardes se vuelve sobre ellos resulta que la letra no se entiende, que los conceptos no están claros, se echan en falta ciertas ideas que explicó el profesor, etc.
Esto genera entonces una importante pérdida de tiempo justo cuando el tiempo apremia: hay que quedar con un compañero, chequear apuntes, hacer fotocopias, tratar de descifrarlos, etc.
3.- Otro error muy grave es prescindir de tomar apuntes propios (a veces faltando a clase) y limitarse a fotocopiar los de algún compañero.
Además de ser poco ético, ya que uno se aprovecha del trabajo de un compañero, conlleva serios inconvenientes: a veces no se entiende la letra o las abreviaciones, muchas veces no resultan claros (el compañero que ha asistido a clase puede que no anote ciertas explicaciones del profesor que le resulten evidentes, mientras que la persona que no ha asistido a clase no dispone de esa información).
La utilidad de los apuntes es tanto mayor cuanto más personales son.
El estudiante debe ser consciente de la importancia de tomar buenos apuntes:
Existe una correlación significativa entre saber tomar buenos apuntes y capacidad de aprendizaje.
A la hora de tomar apuntes es conveniente:
1. - Llevar el material necesario: un par de bolígrafos azules o negro (por si uno falla), otro bolígrafo rojo, papel suficiente y cualquier otro material que pueda necesitar (lápiz, goma...).
2.- Escuchar con atención al profesor: antes de escribir hay que oír al profesor, comprender lo que dice, y sólo entonces anotar las ideas esenciales, describiéndolas con las propias palabras. Esto exige prestar mucha atención. Los apuntes deben ser concisos pero comprensibles, recogiendo todas las ideas relevantes y los detalles significativos.
3.- Enumerar las hojas: facilita el tenerlas ordenadas, que no se traspapelen. En la esquina superior se indicará la materia de la que se trata y la fecha.
4.- Cada tema debe comenzar en un nuevo folio: esto permite añadir al final de cada lección información adicional.
5.- Dejar márgenes laterales amplios: permite posteriormente completar los apuntes con información de otras fuentes.
6.- Títulos y subtítulos: hay que estar atentos a las exposición del profesor y anotar las cabeceras de los nuevos apartados o sub-apartados, escribiéndolas con bolígrafo rojo.
Una estructura clara de los apuntes facilita posteriormente su lectura y estudio.
También es conveniente utilizar en los apuntes flechas, señales, diagramas, etc.; todo aquello que facilite su comprensión.
7.- Usar clasificadores de anillas: permite posteriormente intercalar hojas adicionales con información complementaria.
No se deben tener los apuntes en hojas sueltas, amontonadas, ya que se pueden traspapelar o perder, además de arrugarse con facilidad. Unas hojas apiladas transmiten cierta imagen de desorden que no invita a la concentración.
Hay que tratar de mejorar la velocidad de escritura:
1.- Utilizando abreviaciones:
información (inf.), ejemplo (ej.), extraordinario (extr.)
2.- Eliminando algunas vocales:
Tengo un examen el próximo jueves
Teng exmn prox. jvs
3.- Sustituyendo terminaciones habituales por signos o números:
fácilmente (fácil-) separados (separa2), entre (en3)
4.- Sustituyendo palabras por símbolos o por letras:
por (x), mas (+), mayor (>), menor (<), menos (-) que (q)
¿Hay que pasar los apuntes a limpio? Realmente no es necesario. Si se cuida mínimamente la letra cuando se toman apuntes no será necesario pasarlos luego a limpio.
Además, esto exige mucho tiempo, el cual se podría dedicar a avanzar en el estudio (completar los apuntes con otras fuentes, leerlos en profundidad, comenzar a estudiarlos, etc.)
Cada día por la tarde el estudiante debe releer los apuntes tomados ese día, con vistas a:
1.- Tratar de comprenderlos y familiarizarse con ellos (es más fácil ahora que todavía están "frescos").
2.- Comprobar si están completos y en caso contrario contactar con algún compañero para corregirlos.
3.- Completarlos con información del libro de texto o de algún otro libro de consulta.
Este trabajo que hagas ahora te facilitará enormemente el estudio posterior de la lección ya que la información resultará más familiar


Lección 7 ª: Tiempo de Estudio

El estudio exige sobre todo persistencia y planificación.
Hay que estudiar desde el primer día
En la etapa escolar y en la mayoría de carreras universitarias (salvo algunas como ingeniería, medicina, arquitectura, etc.) es suficiente con mantener un ritmo de estudio diario de 2 / 3 horas diarias para llegar bien preparado a los exámenes.
El estudiante debe establecer este ritmo de estudio, su "velocidad de crucero", que le permita llegar a los exámenes sin agobios de última hora.
Estudiar un día mucho y los dos siguientes no hacer nada no es una buena estrategia. Sería equiparable al deportista que un día se entrena fuerte y los siguientes absolutamente nada; no sería la forma más eficaz de preparar una competición.
Por otra parte, la mejor manera de ir asimilando las asignaturas es trabajarlas con continuidad.
De nada sirve un gran esfuerzo final para intentar aprobar un examen cuando no se ha hecho nada durante el curso. Con suerte se podría llegar a aprobar, aunque hay muchas probabilidades de que no sea así. Además, el nivel de asimilación de la materia sería muy bajo y en pocos días se habría olvidado.
Si uno tiene que realizar diferentes tareas es bueno comenzar por una que tenga una dificultad media (para entrar en calor), seguir por la que más cuesta (cuando se rinde más) y terminar por la más fácil (cuando uno está ya cansado).
Al estudiar es conveniente establecer periodos regulares de descanso. Es una manera de despejar la mente y de tomar nuevos bríos para seguir adelante.
Los descansos deben ser breves, unos 5 minutos cada hora de estudio. Descansos de mayor duración no son necesarios y además alargarían el tiempo estudio (estudio efectivo + descanso).
Se debe estudiar siempre durante el día, cuando la mente está más despejada.
No es lógico estudiar por la noche (salvo que no haya más remedio). La mente rinde menos, además al día siguiente estará uno agotado. No tiene sentido habituar a la mente a rendir más por la noche y a estar relajada durante el día.
En épocas de exámenes habría entonces que "forzar la máquina" tratando de rendir en horas que en las que uno suele descansar. Ningún deportista se entrena por la noche si luego va a competir durante el día.
Es bueno crearse un hábito de estudio, hace más llevadero el esfuerzo que supone ponerse a estudiar.
Un hábito de estudio consiste en estudiar siempre a la misma hora (por ejemplo de 4,30 de la tarde a 7,30). Hay que elegir aquellas horas en las que se rinde más.
Por ejemplo, hay que evitar que sea inmediatamente después de comer (es conveniente un breve reposo), ni muy tarde (uno puede estar ya cansado).
Si uno va cambiando sus horas de estudio puede vivir un pequeño caos, además inconscientemente tenderá a ir retrasando el comienzo lo que se traducirá en terminar más tarde o en no estudiar el tiempo necesario.
Es conveniente planificar también el fin de semana: el sábado puede ser el mejor día para trabajar, dejando el viernes para descansar (tras una semana de estudio) y el domingo para estar más relajado.
Hay que evitar lo que suele ser muy habitual: llegar al domingo por la noche agobiados tratando de hacer a última hora lo que no se ha hecho antes.
Algunos consejos que pueden ayudar a una mejor gestión del tiempo:
No retrasar el comienzo del estudio. Hay que estudiar desde el primer día de curso.
La planificación diaria hay que cumplirla con rigurosidad: si uno ha establecido comenzar a estudiar a las 4,30 de la tarde debe ponerse con los libros justo a esa hora y no media hora más tarde. Mientras antes se empiece antes se termina.
Anticipar el estudio. Por ejemplo, si el lunes el profesor envía deberes para el jueves es conveniente tratar de hacerlos el mismo lunes, cuando la materia aún está fresca.
Además, permite contar con cierto margen por si hubiera que resolver alguna duda. Evita los agobios de última hora, que es precisamente cuando menos se rinde ya que los nervios bloquean la mente.
Aprovechar los ratos muertos: Por ejemplo, en el autobús, en la parada del metro, etc. Estos momentos se pueden aprovechar repasando la lección, avanzando con los deberes, etc.
Fijarse objetivos diarios: No se trata de estar todos los días un número determinado de horas delante de los libros, sino de que esas horas cundan. Para ello es importante fijarse unas metas.
Por ejemplo, voy a hacer los deberes de inglés, voy a repasar la lección 3ª de historia y voy a estudiar una lección de lengua.
Finalizado el tiempo de estudio valorar el rendimiento obtenido: Todos los días, una vez se ha terminado de trabajar, hacer una rápida valoración de si el tiempo ha cundido y en caso negativo tratar de determinar las causas.
Reservar para después del estudio alguna actividad agradable: Por ejemplo, una vez finalizado el estudio prepararse una buena merienda.
Por último, insistir en que cuando se hace una planificación hay que esforzarse en cumplirla, si bien admitiendo ciertos márgenes de flexibilidad (no puede llegar a esclavizar).
Por ejemplo, si un día surge un plan diferente (retransmiten un partido de fútbol por la tele, tengo una fiesta, etc.) uno puede tomarse ese día libre, aunque debe tratar de recuperar ese tiempo (lo ideal es haberlo recuperado ya los días previos). Estas licencias deben ser en todo caso puntuales.
Como conclusión:
El estudiante debe procurar que el tiempo dedicado al estudio sea lo más provechoso posible.
No se trata de estudiar muchas horas, sino de aprovechar al máximo las horas de estudio.

Lección 8 ª: Fases del Estudio

Antes de comenzar a estudiar hay que preparar y tener a mano el material que se va a utilizar: apuntes completos, libro de texto, lápices, bolígrafos, cuartillas, calculadora, etc.
Hay que evitar tener que levantarse por tal o cual cosa, con la pérdida de tiempo y atención que ello supone.
En primer lugar hay que determinar la materia que se va a trabajar. Normalmente el estudiante trabajará cada lección individualmente. No pasará a la siguiente hasta que no tenga dominada la anterior.
Se entiende por dominar una lección conseguir un nivel de conocimiento tal, como si uno se fuera a examinar de ella al día siguiente.
El aprendizaje de cada lección se realiza gradualmente, dando diversas vueltas a su contenido, profundizando cada vez más y afianzando los conocimientos.
El aprendizaje es un proceso progresivo que va desde una visión general a un conocimiento en profundidad.
La primera vuelta es una toma de contacto con el nuevo tema.
Consiste en leer el índice de la lección, ver como se estructura, cuales son los apartados y sub-apartados, ver de cuantas páginas consta, etc.
En definitiva hacer una valoración inicial del contenido que se va a estudiar y de su posible grado de dificultad.
A continuación se dará una lectura completa a la lección poniendo la máxima atención.
Con ella se pretende saber de que trata la lección, entenderla, quedarse con las ideas principales, formarse una idea general sobre el tema.
En esta primera lectura no se debe subrayar nada (es un error que cometen muchos estudiantes).
Otro error habitual es tratar desde un primer momento de memorizar la lección sin tener aún una idea general de la misma.
La siguiente vuelta es ya propiamente de estudio:
Se va leyendo epígrafe por epígrafe, deteniéndose en cada uno de ello, subrayando las ideas principales y tratando de repetir a continuación con las propias palabras lo estudiado.
Hasta que no se consigue dominar cada epígrafe con cierta precisión no se debe pasar al siguiente. Si el epígrafe es muy extenso se puede subdividir en dos o tres bloques e irlos estudiando independientemente, tratando al final de desarrollarlo en su totalidad.
La siguiente vuelta es de afianzamiento:
Se revisa nuevamente epígrafe por epígrafe hasta conseguir dominarlos con cierto nivel de seguridad.
Cuando se termina esta vuelta el alumno debe tener ya un conocimiento bastante preciso del tema. Comprende la lección, la entiende, sabe cómo se estructura, sus ideas principales, y con una mínima ayuda es capaz de desarrollar los distintos epígrafes.
Es el momento entonces de elaborar una ficha resumen, muy breve y escueta (una cara de un folio, a lo más dos), en la que recoger un esquema de la lección (apartados principales, sub-apartados, ideas principales, datos de interés, etc.).
Servirá de guía en las siguientes vueltas que se den a la lección, siendo muy útiles en los repasos periódicos que se hagan.
Una vez elaborada la ficha, el estudiante dará diversos repasos hasta considerar que domina la lección. Sólo entonces estará en disposición de pasar a la siguiente.
Hay que tener muy claro que ésta es una de las posibles metodologías de estudio, pero no la única.
Cada estudiante puede tener su propio método de estudio; lo importante es que sea un método que funcione y que resulte eficaz.
Un método que utilizan muchos estudiantes y que no suele funcionar es releer muchas veces la lección, sin profundizar.
Es una forma de estudiar "light" que exige menos esfuerzo pero que no da resultados.
Otro método que no es eficaz es el que se basa en la repetición mecánica: se basa en repetir la lección una y otra vez hasta que queda grabada.
El estudiante no se preocupa por entenderla, busca simplemente ser capaz de repetirla.

Lección 10 ª: Lectura

Cuando leemos solemos incurrir de forma inconsciente en ciertos vicios que ralentizan considerablemente nuestra velocidad de lectura. Estos vicios son:

1.- Leer palabra por palabra: Es la forma que aprendimos de pequeño. Lo leemos todo, sustantivos, verbos, adjetivos, y también artículos, conjunciones y preposiciones, con independencia de que algunas de estas palabras apenas aporten información.
Por ejemplo: "El colegio de mi hermana está cerca de mi casa" Al leer esta frase iremos leyendo todas sus palabras.
2.- Subvocalización: Al leer tendemos a ir pronunciando las palabras, ya sea moviendo los labios o mentalmente.
3.- Regresión: También tendemos continuamente a dirigir la vista atrás, sobre lo que ya hemos leído, para asegurarnos de que entendemos lo que estamos leyendo.
Frente a esta lectura lenta, el estudiante debe tratar de leer rápido ya que esto le reporta las siguientes ventajas:
1.- Ahorro de tiempo en la lectura: Tiempo que podrá dedicar a avanzar en el estudio o simplemente a descansar.
2.- Mayor concentración: La lectura rápida predispone a prestar más atención, haciendo que sea un tiempo de estudio más provechoso.
Hay que tratar de aproximar la velocidad de lectura a la velocidad del pensamiento (la velocidad del pensamiento suele ser entre 3 y 5 veces más rápida que la de lectura).
El estudiante debe comenzar midiendo su velocidad de lectura.
Debe leer un texto durante 5 minutos y calcular el numero de palabras leídas.
Para ello realizará un cálculo aproximado: cuenta el número de palabras que hay en un renglón estándar y el número de renglones leídos. Multiplicando estas dos cifras obtiene una aproximación del número de palabras leídas. Esta cifra se divide por 5 y se obtiene una medida de la velocidad de lectura (nº de palabras por minuto).
¿Qué se puede hacer para leer más rápido?
1.- Evitar la vocalización, tanto oral como mental. Intentar no mover los labios, manteniendo la boca relajada.
El pronunciar mientras se lee puede reducir la velocidad de lectura hasta en un 50%. Hay que aprender a reconocer la palabra por su aspecto y no por su pronunciación.
2.- Evitar releer. No se debe volver la vista atrás bajo ningún concepto, aunque pensemos que algo se nos ha podido escapar. Con la práctica nos habituaremos a poner la máxima atención en la lectura, evitando de este modo perder información.
Si no se comprende bien el texto es preferible darle una segunda lectura completa que ir constantemente releyendo. Se puede utilizar un lápiz para señalar por donde va uno leyendo y evitar de este modo saltos de línea.
3.- Reducir las fijaciones de los ojos. Aunque no nos demos cuenta, cuando leemos vamos fijando (parando) los ojos en cada palabra, y dentro de ella en cada letra.
Hay que tratar de ir ampliando el campo de visión: de una letra pasar a varias letras, luego a una palabra, y después a varias palabras. Con una fijación de la vista se puede llegar a leer hasta tres palabras a la vez.
Los ojos deben realizar un movimiento suave, continuo, y no una sucesión de breves paradas. Es un aprendizaje complicado pero que con la práctica se consigue.
4.- Centrar la atención en las palabras que aporten significado. Hay que fijarse en los sustantivos, verbos, adjetivos y adverbios, desechando artículos, preposiciones y conjunciones.
Por ejemplo: "El colegio de mi hermana está cerca de mi casa"
Quedaría reducido a: "colegio hermana cerca casa"
5.- Al final de la lectura se buscarán en el diccionario las palabras que no se hayan entendido. En lugar de ir interrumpiendo la lectura cada vez que aparece una palabra que no se entiende, es preferible anotarlas en un papel y al final de la lectura buscarlas en un diccionario.
Para una lectura rápida es importante también cuidar los siguientes puntos:
1.- Iluminación: hay que contar con buena iluminación. La luz natural es mejor que la artificial, pero si no puede ser es preferible combinar una luz central que ilumine toda la habitación y otra luz (preferentemente bombilla azul), no demasiado intensa, centrada sobre el texto.
2.- Postura: el estudiante debe leer sentado, con una postura cómoda (el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante) y con el libro centrado (que las líneas queden horizontales) apoyado en la mesa (la altura de la mesa debe ser la adecuada).
3.- Silencio. Una lectura rápida exige una gran concentración, y para ello es necesario evitar cualquier distracción. Si se quiere oír música que sea tranquila, a ser posible sólo instrumental, y con el volumen bajo.
Se puede mejorar considerablemente la velocidad de lectura.
Hay diversos ejercicios para ello, si bien la mejor manera de aprender a leer rápido es forzarse uno mismo a hacerlo. Al principio se perderá mucha información, pero con la práctica se irá dominando esta técnica.
Entre los ejercicios se pueden mencionar los siguientes:
1.- Localizar dentro de un texto una palabra preseleccionada previamente. Por ejemplo: en un artículo deportivo sobre fútbol tratar de localizar la palabra "delantero". Hay que hacerlo rápidamente y luego chequear que se han localizado todas.
2.- Localizar informaciones específicas dentro de un texto. Por ejemplo, en un artículo periodístico sobre política localizar rápidamente los nombres de todos los partidos políticos mencionados. Luego chequear el resultado.
3.- Ampliar gradualmente el campo de fijación del ojo. Tomar una hoja de un periódico estructurada por columnas relativamente estrechas (por ejemplo, 5 columnas por hoja).
Seleccionar una columna y trazar una línea vertical por el medio. Leer la columna bajando los ojos por la línea vertical, sin apartarse de ella.
Comprobar si se ha captado toda la información.
En definitiva, el estudiante debe tratar de mejorar su velocidad de lectura pero sin comprometer una buena comprensión del texto (puede perder algún detalle, pero nunca información esencial).

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